"LA CONVERSION DE LA MAGDALENA"

1896


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Encargo de la condesa de Gabia que presentó demanda contra el autor por no considerar digna de su pinacoteca la obra realizada, exigiendo que Latorre la pintara de nuevo o la retocase. El litigio se solucionó con la sentencia que obligaba a proporcionar estudio al pintor en quince dias para que pudiera terminar el cuadro y al pintor a dejarlo concluido en tres meses.

Este óleo fue expuesto al público en la casa de Leopoldo Eguilaz.


—"EL POPULAR". 22 de abril de 1896.

EL ARTE Y LOS ARTISTAS

Un cuadro a medio pintar y un pintor demandado

Llegó a nuestros oidos como insignificante noticia que no dimos crédito, y más adelante confirmose con insistencia comprobada en el Juzgado del Salvador, donde hemos visto, con extrñeza dias pasados la demanda de menor cuantía que la señora Condesa de Gabia ha interpuesto contra el pintor don Rafael Latorre, su protegido siempre.

Raro es en verdad el caso por tratarse de una grande de España, protectora decidida de artistas y del señor Latorre, que tantos motivos de agradecimiento debe tener para con la primera

Pero es el caso, según parece, que la Condesa encargó un cuadro al señor Latorre, representativo de la "Conversión de la Magdalena", cuadro que fue ajustado en mil quinientas pesetas, de las cuales tomó a cuenta el artista quinientas; sin que a pesar de todo esto y del largo tiempo de la encomienda haya sido entregado el cuadro ni devuelto el dinero.

Proceder es éste que extrañamos en el señor Latorre, a no ser por haberse negado la Condesa a ciertas exigencias injustificadas de aquel y haberse resquemado el artista por ello.

Por otra parte, según nos refieren, otros pintores han expuesto su juicio crítico acerca del cuadro, al que niegan todo valor artístico y acusan de desdibujo, poca expresión en las figuras, nada de valentía en los perfiles, amaneramiento y falta de detalles, con una tonalidad de colores falsa.

Cosas que ha ser ciertas, según parece, constituyen el cuadro en un verdadero mamarracho.

Pero no es eso todo, pues a más abundamiento, uno de los personajes que en el lienzo aparece inclinado tiene el techo puesto encima de la cabeza, defecto que además de serlo hace que la imagiación del observador al levantar aquel cuerpo debía desaparecer la mitad rompiendo el techo. Las figuras resaltan aglomeradas por ser el lienzo pequeño dado el número de ellas y su tamaño, y en último término existe de gran anacronismo en los trajes, pues Jesús y los apóstoles los han disfrazado con capotes de soldado de caballería vuelto del revés el primero, y cubiertos de harapos los segundos, a causa de haber servido de modelo los pobres de Granada.

Como es natural la señora Condesa de Gabia negose a entregarse en la obra por ser indigna de su pinacoteca, a no ser que el artista la pintase de nuevo o corrigiese los defectos mas salientes. En vista de que ha sido imposible todo arreglo entre el pintor y la Condesa, ha sido la causa porque ha interpuesto ésta la demanda contra el primero de que tenemos hecha referencia. Nosotros, sin meternos en nada y solo a ruegos de amigos bien informados, hacemos constar lo antedicho, sintiendo el disgusto que existe entre ambos. J.G.P.

—"EL POPULAR". 24 de abril de 1896.

"Sorprendida la buena fe que la Empresa y Dirección periodística de EL POPULAR tiene depositada en sus redactores, apareció en el número del dia 22 pasado, un artículo titulado "El Arte y los Artistas", firmado con las iniciales J.G.P.

Es completamente ajeno dicho artículo a las ideas y modo de proceder de esta redacción, y por tanto lo desautorizamos completamente devolviendo al ultrajado pintor señor Latorre toda la fama y su justo nombre. Condenamos la conducta del que tal hizo y aclaramos como caballeros honrados que esta redacción jamás recibió pecuniario alguno por concepto de publicaciones "bochornosas".

Han quedado tomadas nuestras medidas para que de hoy más resulte la Redacción de este periódico a la altura de honradez y probidad de toda buena publicación

Ha dejado de pertenecer a esta Redacción don Juan González Paez."

—"EL POPULAR". 25 de abril de 1896.

"Después de cerrada la edición de nuestro número de ayer, se puso en claro en esta Redacción que nuestro redactor don Juan Aparicio Peral fue el autor e instigador de un artículo publicado en EL POPULAR el dia 22 del mes presente, que se tituló "El arte y los artistas".

Condenamos en el número de ayer la conducta del referido autor, tomando además las oportunas medidas para que no vuelvan a repetirse hechos tan escandalosos cono el señalado. Resultó de nuestras aclaraciones de última hora, que don Juan Aparicio Peral había recibido por conducto de un tercero la cantidad de 25 pesetas que una señora aristocrática había dado por concepto de publicación. Convencidos de ello por la declaraciones hechas por el referido señor, y en vista de coincidir estas con los comunicados que publican nuestros apreciables colegas " El Defesor" y "La Publicidad", nos vemos en la necesidad de poner a salvo la honra y caballerosidad de esta Redacción con el completo consentimiento de nuestro Director. Para hacer esto y para que no pueda confundirse nunca los que bien obran y los que merecen acerbos califivativos, podemos dar la grata noticia de haber salido de nuestra Redacción don Juan Aparicio Peral. Conste asi para bien de la verdad y para que siempre pueda decirse que la Redacción de EL POPULAR es tan digna y tan honrada como la que mas lo sea. Para que nuestros lectores conozcan los comunicados a que nos referimos y que hemos leido esta mañana en la prensa diaria, copiamos a continuación uno de ellos, pues son iguales los dos insertos:

Sr. Director de "EL Defensor": Muy Sr. mio: Con el objeto de aclarar ciertos conceptos que erróneamente se me atañen, escribo las presentes líneas para aclaración de estos.

Hablando un dia con don Juan Aparicio de los detalles que tenía "particularmente" acerca del artículo que se publicó el dia 22 de abril en EL POPULAR, y diciéndome éste que era un asunto que podía proporcionarle unas "pesetas" instigome a que le hablase a la Sra. Condesa de Gabia para arreglar el asunto, y una vez publicado el artículo recibí la cantidad con que se le retribuye su servicio y que yo le entregué religiosamente. Y como dicho señor, a más de haber sorprendido la buena fe de la Redacción y del Director Propietario D. Carlos Luis de Funes, por estar este señor de luto y no asistir a la Redacción, me designara y firmara que era el autor de ello, escribo este comunicado para aclarar estos hechos que se me imputan. Juan González Paez

—"LA PUBLICIDAD". 25 de abril de 1896.

COMUNICADO

Sr Director de LA PUBLICIDAD

"Muy Sr. Mio: Con el objeto de aclarar ciertos conceptos erróneos que se me imputan, escribo las siguientes líneas para aclaración de ellos.

Hablando con D. Juan Aparicio Peral acerca del asunto que motivó el artículo del 22 de abril que insertóse en EL POPULAR, y que dicho señor redactó consultando los datos "particulares" que tenía, dijo que podía proporcionarle "unas pesetas".

Vi á la Sra. Condesa para aclararle el asunto y después de arreglarlo el Sr. Aparicio sorprendiendo la buena fé del director propietario del periódico, don Cárlos Luis de Funes, y de la redacción, publicó el artículo

Vi á la Sra. Condesa de nuevo, y como no inspiraba otro interés que servirla "particularmente", le entregué la cantidad que recibiera para pagos de sus servicios, religiosamente.

Esto motiva este comunicado, para que mi nombre quede en el lugar que corresponde

Muchas gracias por la inserción de él, y aprovecho esta ocasión para ofrecerme afectísimo seguro servidor q.b.s.m.

Juan González Paez

—"EL DEFENSOR DE GRANADAL". 25 de abril de 1896.

COMUNICADOS

Sr. Director de EL DEFENSOR

"Muy Sr. Mio: Con el objeto de aclarar ciertos conceptos que erroneamente que se me atañen, escribo las siguientes líneas para aclaración de estos.

Hablando un dia con D. Juan Aparicio de los detalles que tenía "particularmente" acerca del artículo que se publicó el dia 22 de abril en EL POPULAR, y diciéndome este que era asunto que podría proporcionarle "unas pesetas" instigome a que le hablase a la Sra´Condesa de Gabia para atrreglar el asunto, y una vez publicado el artículo recibí la cantidad con que se le retibuia su servicio y que yo le entregué religiosamente

Y como dicho Señor, á más de haber sorprendido la buena fe de la Redacción y del Director Propietario D. <>Carlos Luis de Funes, por estar este señor de luto y no asistir a la Redacción, me designara y afirmara que era el autor de ello, escribo este comunicado para aclarar estos hechos bochornosos que se me imputan.

Muchas gracias por la inserción de estas líneas y aprovecha gustoso esta ocasión para ofrecerme a V.afmo y s.s.q.b.s.m.

Juan González Paez

—"EL POPULAR". 2 de mayo de 1896.

"Juicio de conciliación"

"El notable pintor Rafael Latorre ha demandado a juicio de conciliación a la señora Condesa de Gabia, a don Juan González Paez y a don Juan Aparicio Peral. El juicio se verificará el lunes en el juzgado del Campillo.

—"LA UNION MERCANTIL" Malaga 20 octubre 1896.

Pag.4:" (...)En breve marchará dicho artista (Latorre) a Granada con objeto de terminar un notable cuadro titulado "La conversión de la Magdalena", adquirido por la Excma. Sra. Condesa de Gavia."

—"LA UNION MERCANTIL" de Málaga. 28 de octubre de 1896.

NUESTROS ARTISTAS: Rafael Latorre

"(...) Puede decirse que la ú;nica obra de importancia, por sus dimensiones y por su asunto, que ha llevado a cabo Rafael Latorre es una que, por cierto, tiene muy curiosa historia. Se trata de un cuadro, cuyo asunto "El arrepentimiento de María Magdalena" le había señalado previamente una linajuda dama de la aristocrecia de Andalucía. La cual, cuando su encargo estuvo cumplido, lo pensó "mejor" y se negó a admitir el cuadro porque, según dijo hasta en comunicados a la prensa, le parecía detestable. No hay duda que para Latorre el trance era duro y la ocasión decisiva; pero bien pronto tuvo a su lado a unos excelentes aficionados al arte pictórico, a dos grandes autoridades críticas, los señores D. Leopoldo Eguilaz y D. José España y Lledó, catedráticos los dos de la Universidad de Granada, sabio orientalista y literato muy erudito el primero, y abogado notabilísimo y político de nota el segundo. Propicios ambos a favorecer a Latorre, el señor Eguilaz, cuya casa es un museo, puso a su disposición uno de los salones bajos de aquella para que, expuesto alli el cuadro, apreciaran el público y la prensa cuan grande había sido el error de la dama. Al mismo tiempo el señor España y Lledó emplazaba ante los tribunales a la aristócrata, logrando para Latorre el disputado precio de la obra y la obra misma por añadidura... Y a la postre, quedó el hermoso lienzo de "El arrepentimiento de la Magdalena" en el palacio de Eguilaz, donde preside una de las magníficas estancias del mismo, siendo muy solicitado por varios compradores, entre ellos los P.P. Jesuitas, que lo quieren para su nueva casa de Granada. (,,,)".

—"EL POPULAR". 2 de diciembre de 1896.

"JESUS Y LA MAGDALENA"

"Asi intitula Rafael Latorre el hermoso cuadro que ha terminado y que estos dias se exhibe en la casa del ilustre catedrático don Leopoldo Eguilaz Yanguas, sin que esto quiera significar que tratamos de enmendar la plana al joven y estudioso pintor, hubiéramos visto con gusto que dejando a un lado preocupaciones hijas de su excesiva modestia diera al cuadro título más adecuado, que el de "Jesús y la Magdalena", que expresara más y estuviese más en harmonía con el gran pensamiento interpretado en dicha obra pictórica.

En Jesús, que sentado a la izquierda del espectador, bendice a la arrepentida, se ve por su actitud tranquila, en su rostro seráfico, al traves de sus pupilas, un alma que en aquellos momentos goza los infinitos y celestiales placeres de la redención de una criatura, que todos creen la más desgraciada y vil de aquellas tierras y edades y que demuestra por su humilde continente, por las lágrimas de dolor inmenso que brotan de sus ojos y por la emoción que se adivina bajo de su piel alabastrina, que aquella humillación y aquel arrepentimiento no son efectos de un momento de ofuscación, sino hijos legítimos de un gran espíritu aberrado, que conoce a tiempo la enormidad de sus faltas, siente de ellas la pena sin par que movió al Dios de las misericordias a borrarlas por mano de su Divino Hijo y se propone, con todas las fuerzas de su alma, santificada desde aquel momento, espiar duramente sus pecados con las más severas penitencias.

Y a Simón de Juan, sentado en primer término, no le asombra el arrepentimiento de María Magdalena, ni la conmiseración de Jesús; bien sabe él que los grandes yerros son patrimonio de las grandes almas y que estas han de manifestar su grandeza lo mismo que en el vicio, en la virtud. Y conoce a su maestro; está penetrado de su origen divino, de su ilimitada potestad en la tierra y de la inmensidad de su misericordia. Por eso a Pedro no extraña este conmovedor e inesperado expectáculo; le contempla con la tranquila alegría del que ve sus prematuros juicios confirmados por los hechos.

No así otros de los discípulos que se agolpan en torno de la mesa en que cenaron; se llaman la atención con la mirada, pues si hablaren dejarían de oir las palabras de consuelo que el Redentor dirige a la pecadora, y perderín detalles de la escena que contemplan absortos y asombrados, de cuyo mutismo interés y asombro se participa al admirar en el cuadro el asunto con tanto acierto representado.

Esto es lo que dice el lienzo, y lo dice muy bien; porque pasando del fondo del asunto a la forma en que est&á desarrollado, no se sabe donde fijar la atenci&ón si en la justeza del dibujo o en la brillante entonación y luz del cuadro. Descuella sobre todas, a nuestro juicio, la figura de Cristo; simpática, de entonación vigorosa y fresca y cuya cabeza está tocada de modo magistral. No es menor el mérito de la venerable testa de San Pedro, que se sale del cuadro. En fin, todas las figuras, analizadas una por una, son irreprochables de líneas y color. Por lo que al conjunto respecta, Latorre ha superado las dificultades que ofrece la composición para que resulte armónica y artística; dificultades mayores aun en cuadros, en que como éste, todos sus elementos son de tamaño natural. Estudiando en buenas fuentes, ha conseguido que en indumentaria, que hoy es de tanta importancia como fue desdeñada en tiempos pasados, no falte un detalle en el mobiliario, enseres y vestidos.

Rafael Latorre es un artista de corazón y lo demuestra con esta obra que ha estudiado con verdadero entusismo siéndole preciso, solo para terminar debidamente su carrera, marchar a tierras en que mayor se aprecie el arte y se premien los frutos que esperamos ha de dar su privilegiada imaginación y su vigoroso pincel."

—"EL HERALDO GRANADINO". 2 de diciembre de 1896.

"Un cuadro"

"La obra del conocido artista granadino don Rafael Latorre, que se titula "Arrepentimiento de la Magdalena", ha sido aquirida por el Excmo. Sr. Arzobispo de esta Diócesis. El cuadro a que nos referimos se expuso al público en la casa del Sr. Eguilaz, siendo elogiadísimo por los inteligentes y mereciendo artículos encomiásticos en la prensa. Ha sido colocado en la Catedral, en la parte alta de la puerta que comunica con la Capilla Real. Por la protección que dispensa el señor Arzobispo a las bellas artes, merece plácemes; también los merece el distinguido artista por su hermoso cuadro, que aumenta la riqueza pictórica del templo metropolitano, al que generosamente ha donado la obra el prelado."

—"EL POPULAR". 18 de enero de 1897.

"NOTAS DE ARTE"

"Rafael Latorre

" (...) Con noble ambición, Latorre propúsose acometer una obra de proporciones, y prefiriendo el arte religioso al histórico, estudió ese cuadro que ha estado expuesto varios dias en la hermosa y artística mansión del sabio catedrático y eminente arqueólogo D. Leopoldo Eguilaz, cariñoso amigo y protector del joven artista.

La sublime escena es que María Magdalena arrojó sus joyas y preseas y se postró a los pies de Jesús pidiendo perdón de sus pecados y ofreciendo borrar sus delirios con su vida consagrada al arrepentimiento, es el asunto desarrollado por Latorre en ese cuadro.

La figura de Jesús es hermosa, y tiene rasgos que la acercan a la divinidad. La de Magdalena es muy interesante y delicada y en su bello rostro se retrata todo un poema de amor ideal, de santa esperanza. Entre los apóstoles que presencian la escena hay notables figuras. El grupo formado a la izquierda de Jesús y la pecadora es magnífico, digno de un buen artista. Las dos figuras más descuidadas son las que ocupan el frente de la mesa. El color, en general, es justo y vigoroso; el dibujo correcto; la fastura atrevida y valiente. Claro es que ese cuadro, como obra humana y de joven que comienza con ella sus trabajos de cierta importancia en un género tan difícil como el religioso- -muy abandonado por los pintores de nuestra época, pues las iglesias y los conventos no son ya, como en otras épocas, refugio de artistas y tesoro de obras de arte, porque la estrechez ha sucedido a la abundancia de que gozaron,- no es un cuadro perfecto en toda la extensión de la palabra, pero no habrá; muchos artistas contemporáneos que puedan mostrar como ensayo de sus facultades para el gran arte, un cuadro de los méritos que ese atesora.

Están muy bien comprendidos la época y el lugar, la indumentaria -a pesar de las grandes dificultades que esta ofrece a un artista novel y que no es rico-, y el carácter distintivo y severo de la pintura religiosa.

La Magdalena de Latorre es mujer, pero algo misterioso que revela el genio del artista, hace pensar, aun al que ignora que es lo que ella y los demás personajes del cuadro representan, que es el alma que animó aquel semblante sufrió una transformación radical, y que ese momento es el que se ha interpretado en aquel rostro delicado e ideal.

No abandone el joven artista la pintura religiosa; estudie nuestros clásicos que expresión mística y en saber unir la santidad a lo real y humano, no tuvieron rivales, y no decaiga su entusiasmo, recordando los grandes éxitos que en el extranjero consignó un joven ruso-germano, Scheneider, que es hoy una verdadera revelación con sus cuadros místicos y simbólicos en que desarrolla la vida de Jesús."

—"LA UNION MERCANTIL" Málaga 17 octubre 1897.

"NUESTROS ARTISTAS: Rafael Latorre"

"(...)Puede decirse que la única obra de importancia, por sus dimensiones y por su asunto, que ha llevado a cabo Rafael Latorre es una que, por cierto, tiene muy curiosa historia. Se trata de un cuadro, cuyo asunto "El arrepentimiento de María Magdalena" le había señalado previamente una linajuda dama de la aristocrecia de Andalucía. La cual, cuando su encargo estuvo cumplido, lo pensó "mejor" y se negó a admitir el cuadro porque, según dijo hasta en comunicados a la prensa, le parecía detestable. No hay duda que para Latorre el trance era duro y la ocasión decisiva; pero bien pronto tuvo a su lado a unos excelentes aficionados al arte pictórico, a dos grandes autoridades críticas, los señores D. Leopoldo Eguilaz y D. José España y Lledó, catedráticos los dos de la Universidad de Granada, sabio orientalista y literato muy erudito el primero, y abogado notabilísimo y polí:tico de nota el segundo. Propicios ambos a favorecer a Latorre, el señor Eguilaz, cuya casa es un museo, puso a su disposición uno de los salones bajos de aquella para que, expuesto alli el cuadro, apreciaran el público y la prensa cuan grande había sido el error de la dama. Al mismo tiempo el señor España y Lledó emplazaba ante los tribunales a la aristócrata, logrando para Latorre el disputado precio de la obra y la obra misma por añadidura... Y a la postre, quedó el hermoso lienzo de "El arrepentimiento de la Magdalena" en el palacio de Eguilaz, donde preside una de las magníficas estancias del mismo, siendo muy solicitado por varios compradores, entre ellos los P.P. Jesuitas, que lo quieren para su nueva casa de Granada.(...)"

—"EL POPULAR" 25 noviembre 1897.

"GLORIAS DEL ARTE: Rafael Latorre"

"(...)"La conversión de la Magdalena" (...) y tantas y tantas obras, todas ellas más bien hijas de la naturaleza que del pincel humano, son bastantes para dar nombre a un artista si Latorre no tuviera ya en honrosa lid conquistado (...)."

—"LA PUBLICIDAD" 25 noviembre 1897.

"Un cuadro"

"El Excmo Sr. Arzobispo de ésta diócesis ha adquirido el hermoso cuadro titulado "Arrepentimiento de la Magdalena" obra del inspirado artista granadino don Rafael Latorre. Este cuadro que mereció los elogios de los inteligentes y encomiásticos artículos de la prensa cuano se expuso al público en la casa del catedrático Sr. Eguilaz, ha sido colocado en la Catedral, en la parte alta de la puerta que comunica con la Capilla Real. Merece elogios el Sr. Arzobispo por la protección que dispensa a las bellas artes, asi como por su laudable deseo de aumentar la riqueza pictórica de nuestro templo metropolitano, al que ha donado generosamente el hermoso cuadro del Sr. Latorre."

—"EL DEFENSOR DE GRANADA". 17 de septiembre de 1901.

"Un cuadro de Latorre

(...) "María Magdalena arrepentida", fue adquirido por nuestro Prelado y colocado en las habitaciones de Palacio Arzobispal. (...)

—"IDEAL" 8 noviembre 1945.

"(...) don Rafael Latorre Viedma, (autor) del gran lienzo "La Magdalena" que donó su dueño (el Conde de Gabia) a la Iglesia Parroquial de Gabia la Grande"

—"RINCONES DE GRANADA". www.rinconesdegranada.com

PALACIO DE LOS CONDES DE GABIA. Un edificio de larga tradición nobiliaria

(...) Los murales que pintó Latorre se perdieron durante las reformas posteriores, excepto “La Magdalena”, un cuadro que donó su dueño a la Iglesia Parroquial de Gabia la Grande. (...)